Cada fin de año es un momento único para saborear, recordar y, sobre todo, agradecer. Pero también para abrir las puertas a un año que se abre por delante… y surgen (¡cómo no!) los famosos «propósitos» para el año nuevo.

No creo mucho en ellos… pero sí creo en los DESEOS. No hay que dejar escapar ninguna oportunidad para hacer que crezcan, que se ahonden… y que se ensanchen.

Y también creo en los compromisos y en las promesas que brotan del verdadero amor. Más lectura, más canciones, más música, más escucha y más tiempo compartido. Más justicia, más solidaridad, más libertad y más bondad.

Y, sobre todo, no dejar ni un sólo día de CONFIAR.

¡Bienvenido 2020!